Rovellons d'Aragó.
Este fin de semana pasado fuimos a Saldón, un pueblecito de Teruel y estuvimos recorriendo los pinares en busca del famoso rebollón, ha sido un otoño especialmente húmedo, y estaba lleno de setas el monte, nunca había visto tanta variedad ni esa cantidad.
Pasear por el monte y descubrir todas esas setas naciendo de la tierra, en el silencio, cada vez más lejos del coche, rodeado de pinos y sabinas, romero y tomillo, encontrando aqui y allá revollones y respirando aire fresco.
Cae la tarde y de vuelta encontramos a decenas de personas que venían de recolectar setas, y su rastro nocivo, bolsas, latas, colillas, botellas de agua... La mano de la gente de ciudad ensuciando los restos de naturaleza que quedan alejados del gris asfalto.
La infamia del egoísmo humano.
Pasear por el monte y descubrir todas esas setas naciendo de la tierra, en el silencio, cada vez más lejos del coche, rodeado de pinos y sabinas, romero y tomillo, encontrando aqui y allá revollones y respirando aire fresco.
Cae la tarde y de vuelta encontramos a decenas de personas que venían de recolectar setas, y su rastro nocivo, bolsas, latas, colillas, botellas de agua... La mano de la gente de ciudad ensuciando los restos de naturaleza que quedan alejados del gris asfalto.
La infamia del egoísmo humano.
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